lunes, 10 de septiembre de 2018

Muestra personal (II)

DON MATÍAS ARAGÓN GÓMEZ, ILUSTRE DOCTOR DE LA VILLA DE MEJORADA
(por Teófilo Aragón Gerónimo)


Recuerdo que mi abuelo Matías me contaba que pronto se quedó sin madre y hermano, Teresa y Julián creo que se llamaban, por culpa de la enfermedad azul y que su padre Roque, gran artesano del calzado, hizo lo que tuvo en su mano para criarle y costearle sus estudios de medicina en Madrid.

Al morir su padre, de unos fuertes dolores en el pecho, paso a vivir con su abuela Alfonsa en un caserón en la Calle de la Fragua, donde instaló su consultorio médico en el que atendía a todos sus vecinos. Pronto contrató a una moza del pueblo que había cursado alguna lección de enfermería en Talavera, su nombre era Sancha; a parte de enfermera hacía las labores propias de una secretaria. Al pasar tanto tiempo juntos en el consultorio se acabaron enamorando, y al poco se convirtió en mi abuela.

Tuvieron cinco hijos, de los cuales Adrián, mi padre, ocupaba el lugar central. Mayores que él eran dos hermanas, Avelina y Marina, y más pequeños que él los gemelos, Víctor y Carlos. Mi padre y mis tíos eran muy aficionados a la caza, pero el día de la montería de San Huberto -patrono de los cazadores- que anualmente se celebraba; mí tío Víctor tuvo un final que nadie esperaba, fue embestido por un viejo macareno al que acechaba, la bestia le dejo tal golpe en la cabeza que no volvió a levantarse del suelo. Un duro trance del que la familia nunca se recuperó del todo.

Mi abuelo siempre me contaba historias sobre su convivencia con los vecinos. Con la que más me reía, decía:

“Un día, Gervasio el carbonero, volvía al pueblo en estado de embriaguez por el camino de Segurilla. En su vuelta a Mejorada quedó enganchado a una zarza durante toda la noche hasta que mi abuelo de madrugada se topó con él en su camino al pueblo vecino para atender un parto. Al llegar a su altura le pregunto: ‘Buenos días Gervasio, ¿qué haces?’; y él le contestó: ‘Ipp… Hola don Mateo, ipp… aquí ando diciendo ipp… a este hombre ipp… que me tengo que ir a casa ipp… y el tío no quiere soltarme ipp… ¡Dígale usted algo! Por favor ipp…’”
Nuestras carcajadas, acompañaban de lágrimas de risa, nos duraban largos minutos y al final de las risas nos dolían los carrillos de todo el esfuerzo hecho.

Tras la vendimia del año que cumplí los quince, mi abuelo se convirtió en padre, ya que el hombre que me dio la vida fue aplastado por el mulo en que iba montado con la uva, tras un tropiezo del maldito animal. Mi abuelo ya había perdido a dos de sus cinco hijos.

Mis otros tres tíos jamás se casaron, por lo que yo era la alegría de la casona. Fue a partir de ese momento cuando mi abuelo comenzó a llevarme al consultorio y así nació mi curiosidad por la medicina de la que tanto había oído hablar en la familia.

Con dieciocho años, mi abuelo me mando con Tomás López Valbuena, un buen amigo suyo de Santander, para estudiar medicina. Allí estuve durante ocho años perfeccionando mi técnica hasta que un día antes de Pascua, llegó una carta en la que se recibí la fatal noticia de que Don Matías estaba postrado en su cama agonizante. Llegué lo más rápido que pude a la casona, pero él ya no conocía a nadie, estaba ausente y se asusto al verme. Al cabo de unas horas junto a su cama, me cogió la mano y balbuceó mi nombre. Yo, con los ojos cristalinos a punto de romper a llorar, le miré, volvió a murmurar mi nombre, exhaló su último aliento y nos dejó.

La pérdida de mi abuelo suscitó gran apenamiento entre los vecinos que el alcalde declaró dos días de luto oficial. Gracias a mí abuelo muchos de sus vecinos habían sobrevivido al brote de salmonela que diezmó a la población unos años atrás.

Ante tales acontecimientos, yo decidí continuar mi profesión tomando las riendas del legado de mi abuelo atendiendo su consultorio; lo que llevo haciendo hasta el día de hoy ayudado por mi hijo Leandro, que en un futuro se hará cargo él. Así espero.

Autor: Sergio Vázquez Cerro
Consurso: Certamen Literario Juan García de Toledo
Publicación: Libro de las Fiestas 2018, Mejorada (Toledo)

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